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18 jun 2015

Caníbal

Al iniciar la película uno se encuentra con la escena de una gasolinera, viéndola desde un punto de vista alejado, con ese sentimiento de espía, invasor en la vida trivial de alguien más. La oscuridad y las luces en medio de una nada te dan una escena muy prometedora en la cual te pierdes en los segundos que dura. No pareces darte cuenta de lo que en verdad está sucediendo hasta que súbitamente la ventana del coche de donde te hallabas observando inocentemente el escenario, se cierra coincidiendo con la partida de los personajes espiados. En este punto te puedes dar cuenta de varios aspectos: las hermosas tomas de las que eres complaciente testigo y el posible ataque a estos individuos desconocidas, te llegas a sentir incluso cómplice del sospechoso agresor con el que compartes perspectiva.
Uno no se equivoca al percatarse conforme se van desarrollando las primeras escenas, que hay un agresor. De repente, al cambiar de toma al del coche de los observados, te olvidas de lo anteriormente sucedido y te encuentras compartiendo unos momentos de lo que parecería una relación de pareja dichosa. En mi caso me absorbió de tal manera que, al aparecer un coche en sentido contrario me pareció tan cotidiano que lo ignoré por algunos segundos. Pero conforme se iban acercando estas luces indagadoras, la tensión se fue incrementando y el coche se observaba a cada segundo más amenazante. Conforme avanzaba, cada metro se cargaba de un misterio inicuo y perverso.

El desenlace de estas primeras escenas consiste en el descubrimiento del personaje principal como alguien misterioso en si mismo. Nos aseguramos de esto cuando descubrimos que el coche desconocido era el mismo en donde existimos por algunos minutos anteriormente y justo es este vehículo el que acaba con la vida de la pareja al obligarlos a virar el coche y consecuentemente a que este se voltee acabando con la vida de las personas en su interior. Es entonces que conocemos a nuestro protagonista en el acto de su mayor secreto, en su intimidad. Perplejos observamos sus acciones: toma tranquilamente y con maestría el cuerpo de la mujer muerta. Tenemos presente que hay un cuerpo todavía en espera dentro del automóvil, y es aquí donde empezamos a conocer a este personaje y sus gustos. Empezamos a pensar que puede que sea selectivo como un asesino, o que incluso sea un asesino, pero el recuerdo del titulo de la película nos corrige.


Seguimos la historia hasta una cabaña en las montañas, en un lugar lejano pero al alcance de este hombre. Procede a colocar a la mujer recién “cazada” en una mesa de piedra y esperamos lo inminente. Se escucha cierta incomodidad en la sala, los espectadores se preparan para cerrar los ojos por si alguna escena se trasladara a sus traumas. Algunos se preguntan la clasificación de la película y se preparan para cualquier situación. El protagonista empieza a escoger los cuchillos, te comienzas a encoger en tu asiento pero no puedes dejar de ver la pantalla, las escenas son hipnotizantes y esperas cautivo.
Se contempla al cuerpo de la mujer, una mano recorre su abdomen desnudo con un deseo contagioso. Se percibe la delicadeza de la piel humana. Por un instante ese cuerpo vuelve a tener vida. Hay una tensión como un hilo imaginario que se empieza a estirar. Todo listo, la mujer recibe los primeros golpes. Pero el motivo del director no es causarnos ningún trauma por lo que la cámara se enfoca en los pies y la sangre empieza a correr. Los pies se mueven a causa de los golpes que se escuchan claramente haciendo eco en tu mente. No hay ninguna música dramática de fondo y esto se agradece, se deja al espectador en directo contacto con lo que sucede con un realismo especial.
La piel se te puede llegar a erizar después de estas tomas. Uno queda impactado y con hambre de más imágenes.

La historia no se hace a esperar y empezamos a conocer la vida de este solitario y elegante costurero que come su cena en silencio cada noche. Un pedazo de carne y una copa de vino. Su refrigerador esta repleto de este alimento de un origen de moral sospechosa. Solos, comenzamos a adentrarnos en su vida que paulatinamente comienza a parecernos más congruente.


Cada vez que vemos su mirada posada en alguna mujer empezamos a escuchar sus deseos de comérsela y la repentina vulnerabilidad de la persona vista. El deseo toma una nueva forma, la de alimento para un alma hambrienta. Como si comiéndose a los objetos del deseo se podría hacerlos eternos en las entrañas. Tenemos que aclarar que la historia no nos lleva a algún tipo de biografía de un “canibalista serial” sino que se enfoca en mostrarnos lo no tan alejada que es nuestra vida a la de él. La vida cotidiana se nos muestra familiar y comenzamos a pensar como él, se nos empieza a antojar morder unos pómulos perfectos o ingerir a nuestros amantes; la diferencia que tenemos es que nosotros solo nos alimentamos metafóricamente de las personas.
No se muestra ninguna imagen explicita donde se encuentra el hombre despedazando a un cuerpo con sus dientes ni mucho menos. Este personaje es uno más en la ciudad en la que vive, teniendo un trabajo como cualquier otro y viviendo su vida simplemente con gustos un tanto más “anormales” a la hora de alimentarse. La historia no se trata de él matando a mujeres de su antojo sino de sus emociones y lo que sucede a su alrededor.
Un atractivo visual del que me enamoré fueron los contrastes tanto de sonido como de video en repetidos fragmentos de la película. Del climax de una escena a una tarde de nieve cualquiera. Sientes como te arranca para desplazarte a su voluntad. Te sorprende y te corta a la mitad del suspiro.
La historia te lleva hasta un desenlace que en lo personal creo como uno de los más originales en materia de amor. Entre tantos filmes de pasiones es un alivio toparse con una película que no desparrame miel con extra dosis de cliché.
Tengo que expresar que me dejó con cierta sensación de iceberg. Como si solo hubiera conocido la mera superficie de la complejidad del protagonista.
Eso si hay que aclarar que no es para todo público, sobretodo si estas acostumbrado a películas de mucha acción y explosiones al por mayor ya que las escenas pueden llegar a ser lentas.


La epifanía la encontré definitivamente en esta nueva perspectiva del amor, el deseo y, por supuesto, no puedo dejar a un lado los cortes en el climax que hicieron que sintiera esta revelación divina de belleza.


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